Mañana de Domingo, tengo la suerte de poder salir de pesca,
hoy toca lucio. Todavía no tengo cogido bien el tiro con spinners (cebos
artificiales) por lo que mi primera parada es una orilla descampada, ¡probemos
como sale, pues seguramente que a lo largo de la mañana tendremos espacios más
complicados con: árboles, matorrales,…
Después de practicar un poco y enganchar mi primera
cucharilla, cambio de spinner y prosigo mi viaje, esta vez por una orilla
distinta, desconozco donde voy, pero cada vez resulta más precioso y atractivo:
orillas verdes con agua limpia, matorrales y piedras como guaridas de lucio,…
disfruto como un pescador profesional lanzando y recogiendo, practicando sobre
la marcha los diferentes tiros y fallos, ¡todavía me queda mucho por aprender!
Remonto parte del río y me
encuentro con otros tres pescadores, ¡estos parecen más profesionales!, les
pregunto y me dicen que ya han tenido una captura, un lucio de 1’5 kg. Sigo
intentándolo un poco más y descanso para tomar un almuerzo, ya tenía hambre. Continuo
lanzando y vuelvo a enganchar, ¡otra pérdida! por lo menos momentánea, pues
tengo intención de recuperarla en otro momento; así es como se aprende, parece
fácil, pero un fallo es igual a perder el aparejo, con todo lo que ello
conlleva. Afino y lanzo. Sigo remontando el río, descubriendo zonas que no
sabía ni que existían, y así llego a un punto en que el camino continua, pero
yo ya debo volver, la comida me espera y por hoy ya basta. Resumen de la
mañana: he aprendido un montón, he disfrutado mucho más, y he extraviado 4
spinners. Ha valido la pena madrugar, cansarse e incluso perder los spinners,
por aprender y divertirme. Con todo intentaré buscarlos de nuevo y
recuperarlos, tampoco es cosa de derrochar, no soy de esos.